La educación en la encrucijadaJuan José Dolado | Universidad Carlos III
Si España realmente desea alcanzar un nuevo modelo productivo al final de la profunda recesión actual, resultan necesarias inversiones adicionalesi pero, sobre todo, mejoras en la eficiencia de sus sistemas educativos que aseguren un crecimiento sostenido y una mayor cohesión social basada en la igualdad de oportunidades, un logro que todavía esta lejos de alcanzarse. La idea de que los países desarrollados podrán continuar compitiendo en las mismas condiciones con otras economías intensivas en trabajo poco cualificado y con bajos salarios no parece viable. Países como China o India están aumentando la calidad de su fuerza laboral a gran velocidad. La combinación de mejores cualificaciones y salarios todavía reducidos es un reto que solo puede afrontarse flexibilizando y mejorando la calidad de nuestro sistema educativo, de manera que el conocimiento y la información lleguen a la mayoría de los ciudadanos. Desde la llegada de la democracia, el avance en el acceso a la educación en nuestro país ha sido impresionante. En 1980, la proporción de personas entre 25 y 64 años que no habían completado el bachillerato superior era del 89% (56% en la UE) mientras que el 8% tenían estudios universitarios (UE: 12%). En la actualidad, dichos porcentajes son del 58% (UE: 34%) y 24% (UE: 22%), respectivamente. En las universidades españolas hay casi 1,4 millones de estudiantes, una cifra muy similar a la de Alemania (o Francia) con la mitad de población. Un avance tan sustancial en la acumulación de capital humano conlleva necesariamente disfunciones transitorias. El problema es los desajustes temporales se conviertan en permanentes. La primera disfunción se refiere a la primacía de la “cantidad” sobre la “calidad”. La segunda, al deterioro progresivo de los contenidos de los programas educativos y a los problemas de gestión y financiación de los centros educativos. |
|
|||||||||
< Volver |
||||||||||