Aprendamos de la crisis y trabajemos por su superaciónJosé Manuel Campa | IESE Business School
Llevamos varios meses de una volatilidad inusitada en los mercados financieros, y de actuaciones de urgencia de entidades regulatorias, gobiernos, y propuestas de todo tipo que pretenden servir para resolver la situación. Como es habitual la urgencia aviva la imaginación. En general las propuestas van en las líneas adecuadas, pero son rápidamente superadas por la realidad. Tan importante como gestionar la crisis actual es no cometer errores que tengan implicaciones importantes para el medio y largo plazo. En este contexto es importante pensar en las implicaciones a largo plazo, reflexionar y sacar conclusiones que nos sirvan para planificar un futuro más estable. Ya existe alguna conclusión sobre los orígenes e implicaciones más directas de la crisis. La crisis se ha debido en gran medida a unas innovaciones tecnológicas en los mercados financieros (que se pueden resumir en dos: titulizaciones y derivados de crédito) que permitieron que se produjera lentamente un proceso de arbitraje entre mercados financieros. Este arbitraje era por una parte regulatorio. A través de esas innovaciones activos con riesgo se fueron transmitiendo de entidades reguladas (bancos comerciales) a las que les costaba mucho mantener esos activos porque tenían que cumplir la regulación a entidades no reguladas (bancos de inversión, compañías de seguro). Otra forma de arbitraje era geográfica. Activos se transmitían de entidades nacionales con regulaciones más estrictas a entidades en países con regulación menos reducida (hedge funds). |
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